Dedicaré la primera entrada a explicar el "por qué" de éste blog.
Decidí crearlo -tras mucho pensármelo- para dejar escritas mis vivencias paranoicas en algún sitio más allá de un simple papel que, al fin y al cabo, acabará en la papelera de mi habitación.
Todas éstas "paranoias" son producto de algunos trastornos del sueño que hacen que mis noches sean largas y totalmente surrealistas. El mayor y más espeluznante que sufro es la llamada "Parálisis del sueño" que, muy resumida, se basa en la incapacidad de movimiento (excepto ojos y órganos internos) en el estado de Vigilia, a la vez que tu consciencia es total. Por lo tanto, te despiertas inmovilizado y con alucinaciones de todo tipo. ¡Droga natural!
Realmente -aunque existen personas a las que les gusta ¡vete tú a saber por qué!- da bastante miedo.
Bueno, éste y muchos otros trastornos relacionados con el sueño y la noche, me han llevado a delirar tanto -incluso totalmente despierta- que he sentido la necesidad de crear un blog y compartirlo.
Mi fin es poder dar a conocer algo tan desconocido -valga la redundancia- pero a la vez bastante más común y cercano de lo que creéis.
Os explicaré cuál fue mi primera experiencia -o la primera que recuerdo- con la Parálisis del sueño:
Tenía siete años. Mi habitación, más pequeña de lo normal, tenía dos camas para sus dos habitantes; mi hermano y yo.
Ya era muy tarde -supongo que de madrugada- y todo estaba oscuro, excepto por la poca luz que venía del pasillo y, a su vez, de la calle. La puerta estaba totalmente abierta, dejando un rectángulo enorme de luz sobre la oscuridad de la habitación.
Me desperté y miré aquel rectángulo luminoso, pero era extraño, la luz no era amarillenta como de costumbre, sino que era roja.
Fue entonces cuando noté que no podía moverme. Tampoco pude gritar. Por mucho que me esforzara, no pude hacer ni el mínimo gesto.
A mi mente comenzaron a venir todas aquellas cosas a las que temía cuando era pequeña. Brujas, sobretodo brujas. Pero, aunque realmente no sabía muy bien qué era un demonio a esa edad, una frase inolvidable vino una y otra vez a mi mente. Sin saber dónde o si la había escuchado alguna vez en mi vida. La frase me hizo tener aún más miedo. La última vez que se pronunció en mi cabeza, sucedió: -"Demonios, venid a mí"-. Y así fue. Una sombra cubría gran parte del rectángulo de la puerta. Dos cuernos y un tridente.
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Desde entonces, millones de experiencias parecidas han ido llenando mis noches de demonios, sombras, ruidos y voces.
Supongo que aquella primera sombra la sacaría de alguna imagen que, a simple vista no causó miedo en mí, pero que se quedaría grabada en mi subconsciente para traerla a mi habitación una plácida noche cualquiera.
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