25 sept 2012

Polisomnografía



Una sala vacía en una planta de hospital vacía y oscura. Cables, máquinas. ¿Y todo para mi pequeño cerebro? Teniendo en cuenta ésto, en cuanto entré, ya deseaba salir. ¿Para qué iba a pasarlo mal si no van a solucionarme nada?

Dieron las once de la noche y aún la enfermera no había acabado de ponerme todos aquellos electrodos en mi cabeza y pecho. Veintipico cables con su respectivo pegote de pegamento cada uno que aún sigo teniendo en el pelo.



Me prepararon para mi polisomnografía y test de latencias, y me dejaron dormir. Toda la noche fluyó perfectamente. Ni una parálisis, ni un sueño lúcido... Nada de nada. Supongo que realmente no pude dormir tan pancha como en mi cama, claro, y que por eso no llegué a "flipar" como de costumbre.
A las siete en punto y sin retraso alguno, la enfermera ya estaba allí para romper mi descanso y pisotearlo. Y lo digo así porque en las próximas siete horas -más o menos- me esperaba la peor tortura que alguien pueda hacerme: dormir veinte minutos y despertarme para después de dos horas volver a dormir veinte minutos. Así sucesivamente. Veinte minutos de gloria-Dos horas despierta-etc. 
Después, al salir del hospital, dormía despierta. Me agotaron.
Espero que sirva para algo y me digan que estoy loca y que en mi actividad cerebral no hay anomalías, que alucino yo sola. Que nunca tendré narcolepsia ni cosas por el estilo.
En el hipotético caso de que los resultados fuesen malos, lo peor que podría pasar sería eso, que desarrolle una narcolepsia y algún momento de mi vida me convierta en alguien dependiente.


12 sept 2012

¿Extraterrestres?


Es extraño, pero es posible. ¿Cómo saber lo que es cierto y lo que no lo es si lo sientes incluso físicamente? -Explícate. Me explico- Hay veces, durante mis parálisis del sueño o incluso en las pesadillas lúcidas en las que mi cuerpo, tras haberme despertado, siente dolor. Un claro ejemplo de una de éstas vivencias es el siguiente:
No podía moverme, como de costumbre. La puerta de mi habitación quedaba justamente ante mi mirada. Al dormir con luz, lo veía todo claramente: La puerta se abrió y no vi a nadie. En su lugar, vi una especie de máquina como sacada de un película de extraterrestres. Estaba manejada por un ser que quedaba tapado tras ella al que no logré ver en ningún momento. Ésta máquina estaba compuesta de varios anillos metálicos que disminuían su tamaño de forma descendente, lo que formaba una especie de "pistola" gigante y rara. Al final de ella y de entre los anillos, salía una aguja enorme que apuntaba hacia mí.
Sí, ese ser me la introdujo en la nariz...
Cuando pude "despertar" del todo, no había nadie ni nada. Sólo mi habitación y yo. Pero lo extraño era el dolor que sentía en todo mi tabique nasal -recuerdo incluso que era el derecho-. Me dolía tanto que tuve que levantarme por si sangraba o tenía marcas en algún lado. Nada, todo eran imaginaciones mías.
Pero, ¿y si no lo eran? No quiero decir que crea o no en la vida de otros planetas o en extraterrestres que nos usan como ratas de laboratorio -que en parte sí lo creo-.
Hay mucha gente, por lo visto, que cree en ello y sufre de éste trastorno, ya que siempre "alucina" con ese tipo de seres sacados del mundo televisivo y mediático.
Es posible que existan, ¿por qué no?
Realmente no me atormento pensando en que unos seres hayan hecho nada conmigo, ya que tampoco lo creo. Tampoco dejo de creer a aquellos que sí lo creen.
¿Quién puede ser consciente de lo que habita en la inmensidad del universo?

5 sept 2012

N i c t o f o b i a.


5:20 de la madrugada. Bueno, mi mente y cuerpo se han acostumbrado ya a vivir así la mayoría de las noches, para luego madrugar y ser un "zombi" matutino. Por suerte, hay noches que se me hacen bastante amenas e incluso divertidas. Charlas sobre nada en especial que llenan el silencio de mi habitación con gente imprescindible.
Ese es el problema, el maldito silencio. Muchas personas no pueden conciliar el sueño por culpa del excesivo ruido que produce una ciudad. Mi caso es totalmente contrario -claro, que vivo en un pueblo sin ruido nocturno-. ODIO el silencio, me da miedo y no me deja dormir. Y tengo mis teorías: según mi conciencia macabra -tengo muchas de todos los colores y sabores-, es porque piensa que si no hay ruidos es porque alguien ha entrado en casa y ha matado a todo ser viviente en ella (menos a mí) que ahora mismo se dirige escaleras arriba para terminar su faena. O quizá sea porque todos hayan desaparecido y me han dejado sola en el mundo...
El caso es que me provoca una angustia que solo se puede comprender si padeces alguna fobia. Frío en todo el cuerpo, excepto un terrible calor en las mejillas, y ganas de llorar. Un sin-sentido.
Lo peor del silencio tan profundo que trae la noche es el interminable crujir de mi casa... Parece que solo y exclusivamente de noche se cae a cachos y tiene habitantes en el tejado (tipo roedores o mamutes).
 En mi baño, sobretodo, parece que hay fiestas nocturnas de geles y toallas...


Me informé sobre toda ésta paranoia que me entra de madrugada y descubrí la nictofobia o miedo a la noche. Sí, tengo miedo a la noche a parte de a la oscuridad. Es curioso que haya pasado tan de repente de ser un ser nocturno que amaba vivir de noche, a repatear su llegada y temerla; de no QUERER dormir de noche, a no PODER dormir de noche.
Es raro que aguante horas despierta, ya que padezco de una hipersomnolencia continua. A veces incluso parezco narcolépsica -cosa que está en proceso de estudio-.